
EL INTERNET DE LAS COSAS
Conocido como (IoT), Internet of Things en inglés, se refiere a escenarios en los que la conectividad de red y la capacidad de cómputo se extienden a objetos, sensores y artículos de uso diario que habitualmente no se consideran computadoras, permitiendo que estos dispositivos generen, intercambien y consuman datos con una mínima intervención humana.[1]
En palabras sencillas, el internet de las cosas se refiere a la conexión de artículos u objetos cotidianos a internet, con el fin de recolectar y transmitir datos de uso, entorno y demás condiciones. Ejemplos de estos dispositivos son los relojes inteligentes, vehículos automáticos, billeteras electrónicas, impresoras 3D y los reguladores de luz.
El internet de las cosas, ofrece grandes ventajas respecto de la automatización industrial, la construcción, el impacto ambiental, entre otras. Es una propuesta que trae consigo la creación e innovación de aplicaciones y servicios que permiten reducir los costos, aumentar la productividad, mejorar el servicio al cliente y la experiencia del usuario y conocer el comportamiento de estos.
Sin olvidar, que este también asume desafíos significativos en cuanto a la seguridad y privacidad de los datos recolectados, toda vez que se debe garantizar que estos sean recogidos, analizados, empleados y protegidos bajo estrictos seguimientos y vigilancia, pues el riesgo de ser atacados cibernéticamente o de ser hurtados por terceros debe irse mitigando. Los datos se traducen en posibilidades de negocio, o sea en dinero y estrategia, estos pueden enriquecer o empobrecer una compañía, ya que en ellos se manifiestan necesidades, usos, y gustos.
Aun cuando el tema ha sido muy debatido y estudiado, hasta la fecha no existe una reglamentación universal sobre la protección de datos en la que se regule el tema particular del internet. Razón por la cual se han establecido unos mínimos principios de privacidad que sirven como derrotero para las naciones en las que se desarrolle la actividad. Los principios tienen origen en las Directrices de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre Privacidad (2013).
- Limitación en la recolección: Deben existir restricciones y condiciones al momento de recolectar los datos personales, pues estos deben ser obtenidos de manera legítima, o sea, con el conocimiento y aprobación del titular,
- Calidad de los datos: Los datos deben tener relación con la destinación que se les dará. Deben ser actualizados, concisos y completos.
- Especificación de los fines: Es necesario que, al momento de recolectar los datos, se le informe a su titular, las destinaciones que tendrá su información, haciéndolo de manera clara y específica,
- Limitación del uso: Los datos deben ser tratados por el personal y para los fines autorizados, estas condiciones no podrán modificarse, salvo autorización del titular o de la ley,
- Garantías de seguridad: Los datos deben protegerse con una seguridad razonable, evitando ataques, hurtos y demás peligros,
- Apertura: Debe contarse con una política general de iniciación que sea aplicada en los desarrollos, prácticas y políticas vinculadas con los datos,
- Participación individual: Los titulares tienen el derecho de obtener información sobre sus datos, al igual que la prerrogativa para que sean modificados, eliminados, rectificados y complementados,
- Responsabilidad: Quienes recolecten los datos personales están obligados a cumplir con los principios, al igual que de velar por la protección y seguridad de estos.
El desarrollo de la tecnología ha sido tan acelerado que la capacidad de los órganos regulatorios se ha visto afectada o suprimida, toda vez que es posible observar un número plural de situaciones sin reglamentar. Hecho que llama a todas las naciones a la colaboración, pues la importancia de normatizar las dinámicas sociales es significativa.
Quién es el responsable, hasta dónde llega la privacidad del titular, cuáles son los datos mínimos a respetar, qué datos necesitan o no autorización, son ejemplos de los muchos interrogantes que rodean la actividad del internet de las cosas. Esta actividad puede traer progreso, innovación, automatización, eficiencia, bajos costos, pero para ser utilizada y permitida por las personas, debe ser confiable y qué mejor manera de brindar seguridad que una norma que defina conceptos y establezca límites y responsabilidades. Como diría Charles Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuerte, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.